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105º aniversario de la gesta de Sardarabad y la declaración de la primera República de Armenia

105º aniversario de la gesta de Sardarabad y la declaración de la primera República de Armenia

DECLARACIÓN

Con la resolución de la entidad política Transcaucasia y Georgia, en respuesta a la nueva situación creada por la declaración de independencia de Azerbaiyán, el Consejo Nacional Armenio se declara autoridad suprema y única de las provincias armenias. Debido a algunas razones de peso, dejando la formación de un Gobierno nacional armenio para los próximos días, el Consejo Nacional asume temporalmente todas las funciones gubernamentales para dirigir la dirección política y administrativa de las provincias armenias.

Consejo Nacional Armenio

30 de mayo de 1918, Tiflis

Simon Vratsian, «República de Armenia», Ereván, «Armenia», págs. 159-162

  Por primera vez en su historia, el pueblo armenio no fue súbdito, sino ciudadano; no fue sirviente de intereses foráneos, sino dueño de su destino. Y ése, fue un cambio monumental. Por supuesto, en una primera instancia fue sólo la imposición de nuestros derechos soberanos, sin embargo, ese nuevo estado de cosas no fue un regalo que recibió, sino que fue obtenido con su propia sangre y sudor. Sardarabad, Pash Aparán y Gharakilisé fueron memorables victorias morales de su historia al detener al ejército turco. La gloria de esos éxitos se materializó en la denominada primera República de Armenia, que lamentablemente no logró el reconocimiento internacional necesario.

 Los pormenores de estas heroicas batallas son increíbles. ¿Cómo pudieron esos hombres y mujeres sobrevivientes del Genocidio y al borde mismo de la destrucción haber detenido al ejército turco, cuando gran parte de la población padecía las mayores penurias y no había hombres en edad de pelear en un enfrentamiento armado? Tal vez, los únicos factores positivos que posiblemente los inspiró, fue, por un lado, la decadente situación del imperio otomano en manos de un sultán debilitado y por otro, el feliz primer reconocimiento a la libre auto-determinación de los armenios de Armenia Occidental -mal llamada Dadjgahaiastán-, declarado el 29 de diciembre de 1917 en el 6º artículo de la Constitución rusa.  

Tapa de la primera edición de la Constitución rusa, 1918

   Hoy está claro que nuestro pueblo se impuso por primera vez en sus últimos siglos de historia porque tuvo confianza en sí mismo. Además, porque tuvo comandantes como Nazarbekian, Tro, Silikian, Daniel Bek Pirumian y otros tantos “locos geniales que encontraron la solución”, como dice el poeta Baruir Sevag. Desde entonces venció cada vez que creyó en sus fuerzas, en su inteligencia, en su capacidad de organización. Venció, porque comprendió que contar con un Estado era la única garantía de su identidad y dignidad nacional. Ganó, porque además supo que era capaz de defender sus derechos, su seguridad y a su derecho a un futuro digno.  Precisamente, ésta es la fórmula para la victoria y venceremos toda vez que decidamos hacerlo, cuando pongamos nuestras esperanzas en nuestras propias fuerzas. Venceremos, cuando reconozcamos y enfrentemos nuestras dificultades, cuando amemos y respetemos tanto a nuestra patria ancestral, como los unos a los otros como una gran familia. Lo haremos, cuando no tratemos de sobreponer nuestros intereses personales a los del pueblo, y cuando cada ciudadano se dé cuenta que es el dueño de su propio país y no un simple aportante en el exilio.

  Entre quienes se hicieron cargo de la situación política, los historiadores señalan a Aram Manukian, el que no estaba dispuesto a servirse del poder y disfrutar del mismo, sino por el contrario, se hallaba preparado para trabajar por el futuro de la armenidad.  Desde el punto de vista militar, encontramos al comandante Movsés Silikian y al general Antranik Ozanian, prestos a avanzar hacia Van desde la hoy amenazada Siunik. Sin embargo, ciertas circunstancias políticas determinaron la urgencia de establecer una República para establecer el control sobre los territorios de Armenia oriental. Aunque si bien aquella Primera República apenas tuvo dos años de vida, los armenios entendimos la importancia de contar con un Estado poderoso y de poder trabajar para desarrollarlo.

  De esta misma manera, 76 años después de la Batalla de Sardarabad, en 1994, el pueblo armenio consiguió una nueva y gloriosa victoria con la liberación de Artsaj. Un logro del pueblo, alcanzado por su firme convicción en sus propias fuerzas. Nuestros mayores confiaron entre sí, conociendo y entendiendo la historia, poniendo cada uno lo mejor de sí, su fuerza y su confianza en el futuro. Vencimos, porque por nuestras venas corre la inspiración de Sardarabad, de Avarair, porque fluye la sangre de aquellos héroes, los Mamigonián, los Garegin Njdeh, los Antranik, y tantos más…

 Desde los inicios de la civilización, el pueblo armenio ha hecho su aporte cultural para el desarrollo de la humanidad. Por ello, la bandera armenia debe flamear sin cesar, simbolizando nuestro espíritu y orgullo, nuestra libertad y soberanía. Como nos legó el comandante Njhteh: “La patria no se entrega tal como se heredan las riquezas de los padres. Aquella la conquistan cada generación y cada uno de sus miembros en forma individual. Se conquista con el conocimiento de la patria, con su veneración, esforzándose por ser dignos de aquella. Se puede estar en la patria, pero no pertenecerle; se puede vivir en la patria, pero no comulgar espiritualmente con ella. Es posible, finalmente, ser legalmente dueño de la patria, aunque también ser espiritualmente un apátrida”.

  Esta generación, tal como la de aquellos héroes, es la heredera de nuestra Patria, de la que deberá hacerse cargo asumiendo esta histórica misión. Ya no queda margen de error, ni tiempo que perder. Hoy tenemos una clara oportunidad histórica sin precedentes para ofrecer lo mejor de nosotros y empoderar especialmente a quienes habitan nuestro sagrado suelo como pueblo originario.

¡QUE VIVAN LOS HÉROES DE

SARDARABAD, BASH ABARÁN Y GHARAKILISÉ!

¡QUE VIVAN LOS HÉROES DE HOY Y DEL MAÑANA!

¡QUE VIVA EL PUEBLO ARMENIO!

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